El adviento, por la 8ª clase

EL ADVIENTO

El Adviento es una fiesta que se celebra a lo largo de cuatro semanas. Se considera una preparación para el nacimiento de Jesús, donde cuatro ángeles descienden del cielo.

En las escuelas Waldorf, cada lunes se les narra a los niños la llegada de cada ángel. El ángel azul llega el primer domingo y con su capa tejida de silencio y paz, insta a las personas a que preparen la Navidad. El segundo ángel es el ángel rojo, que lleva una cesta de oro y rayos de sol y busca en todos los corazones amor puro. El tercer domingo un ángel blanco y luminoso desciende del cielo, y con su rayo brillante ilumina todos los corazones de las personas que fueron visitadas por el ángel rojo. Y el último domingo de Adviento un ángel con una gran capa violeta desciende tocando su lira y alegrando con música los corazones de todas las personas.

El primer lunes de Adviento nos encontrábamos una gran espiral de arizónica con velas por el camino que los niños teníamos que recorrer para encender la propia luz con la vela del centro, que estaba encendida. Así, entre todos, iluminábamos el camino.

Según pasan los días, los niños van abriendo en el calendario bolsitas con pequeños regalos. También adorna la clase una corona con cuatro velas, como los cuatro ángeles, que se van encendiendo cada domingo. En Primaria teníamos también un caminito en la mesa de estación por el cual hacían avanzar a José y María en su camino a Belén y al día de Navidad.

Víctor Negre, 8ºA

Mis recuerdos de Adviento

El Adviento siempre fue una de mis fiestas favoritas, tal vez porque me recordaba lo cerca que estaba la Navidad. En cualquier caso, me alegraba la llegada de esta celebración.

Siendo sincero, no recuerdo mucho el Adviento en el Jardín de Infancia. En ese momento estaba en un Jardín que sólo tenía Infantil, se llamaba La casita del jardín, aunque sí recuerdo que había un calendario con regalitos cada día, y hacíamos una espiral con velas que llevábamos sujetas en una manzana.

Además, nos contaban los cuentos de los ángeles azul, rojo, blanco y lila cada semana. ¡Y sin olvidarnos de la corona! Con las velas con esos mismos colores y la canción que cantábamos todos los días a su alrededor.

Ya en Primaria, en la Escuela Micael, recuerdo reunirnos todos los alumnos del cole los cuatro lunes previos a la Navidad. Recuerdo que los mayores tenían una voz muy potente y grave que a mí me daba sueño. También se hacía la espiral, el calendario, la corona y los ángeles, pero añadiendo cuentos de minerales la primera semana, de vegetales la segunda, de animales la tercera y de personas la cuarta semana.

En quinto y sexto de Primaria me fui a un cole en Cantabria que se llamaba Escuela Waldorf Cantabria. Se celebraba prácticamente igual que en Micael pero, al menos eso me parecía a mí, dedicándole más tiempo a la fiesta.

Para mí una de las mejores cosas en definitiva de esta celebración es que son cuatro semanas seguidas, a diferencia de otras, que transcurren por completo en un solo día.

En mi casa también se celebra: tenemos corona, calendario, cuentos de ángeles y demás cuentos… ¡Sólo nos falta la espiral!

Isaac Moñino, 8ºA

Mi vivencia del Adviento

El Adviento, al igual que el Farol, es una época de recogimiento y de buscar la propia luz interior.

Desde los 5 años celebraba esta fiesta en la escuela Artabán. Cuatro semanas antes empezábamos los lunes reuniéndonos todas las clases en el salón de euritmia a cantar y a escuchar el cuento de los ángeles que bajaban del cielo y otorgaban a las personas diferentes dones. Había talleres para montar coronas de adviento con arizónica, que eran preciosas.

En Infantil fui a una escuela que se llamaba Madreterra y allí también lo celebrábamos. Dedicábamos toda la mañana a esta celebración. Llegábamos a un aula oscura, iluminada sólo por velas, con una espiral enorme que ocupaba todo el suelo. El olor que impregnaba la arizónica era delicioso y lo recuerdo hasta el día de hoy. Después cogíamos una manzana que tenía una vela roja clavada en el medio. En el centro de la espiral había una vela enorme encima de un banco. Entrábamos en la espiral hasta llegar a ella y encendíamos nuestra velita. Luego la depositábamos en orden por el caminito de salida hasta que todos las habíamos encendido y la espiral aparecía completamente iluminada por puntitos de luz como estrellas.

El significado que tiene es que hay que recorrer un camino para encontrar la luz interior. Llévate esta idea para aplicarla en tu día a día.

¡Y feliz Adviento!

Lola de Santa Ana, 8ºA